El apego es la naturaleza del ser humano, es la
naturaleza de la existencia.
No debemos
sentirnos mal ni culpables si tenemos apegos pero últimamente este apego sobre
todo a lo material se ha convertido en una de las cosas donde el hombre se ha esclavizado.
Entorpece las relaciones interpersonales con los hijos,
cónyuges, parientes cercanos y amistades. Vale la pena reflexionar acerca del grado de apego y
dependencia que cada uno de nosotros tenemos hacia lo material.
¿Cuántas veces has escuchado: ‘‘¡Si pierdo esto
me muero¡’’ ?
El apego a las cosas materiales se deriva de distintas
realidades, nos impide liberarnos y comprender lo que significa ser persona,
convirtiendo lo material en el sentido de vida para algunos, en un intento
desesperado de llenar vacíos afectivos con cosas que no tienen sentido, que atan.
Esta dependencia en muchos casos se ha convertido en
un lazo invisible difícil de desatar, y nos impide ser felices con otras cosas
o personas que están ahí. El temor a perder este objeto material nos contamina,
la ansiedad se apodera de nosotros, creemos que no podemos vivir felices sin
determinados bienes, lujos o prendas materiales.
Este apego a lo material se convierte en una amenaza
latente que desequilibra la paz interior, no nos permite evolucionar y resulta
poco constructivo para nuestras vidas.
Esto no significa
que debemos abandonar todo, tiene que ver con lograr una mayor autonomía, ser
felices con lo que poseemos y vivir sin temor, a perderlo, trascendiendo hacia
un plano espiritual más elevado, con el firme deseo de cortar esos lazos, que
nos impiden crecer o evolucionar.